CARLOS E.
RESTREPO
¿Seguridad o Inseguridad?
Según las opiniones de la gente sobre el tema Carlos E. Restrepo, el tradicional barrio donde hace cinco años quedaba el Museo de Arte Moderno de Medellín que era visitado por artistas, estudiantes e intelectuales, hoy está opacado por prostitución, microtráfico, escándalos e inseguridad.
Fue precisamente en el 2009, cuando el museo fue trasladado a Ciudad del Río, que las autoridades bajaron la vigilancia y extraños se apropiaron de la zona para hacer sus fechorías.
María Bustamante es una de las que denuncia el drástico cambio social que tuvo su barrio, ubicado en el noroccidente de la ciudad, conformado por 1.100 apartamentos donde viven 4.500 personas, cuenta que no le molestan los artistas callejeros que se rebuscan la vida en las noches allí, ni las programaciones de música, cine y teatro al aire libre, pero sí los vendedores ambulantes que saturaron el lugar, ‘los jíbaros’ y delincuentes que venden prostitutas al mejor postor.
Incluso, aseguró que al frente del bulevar se parquea un carro que ofrece servicios sexuales. “Es una Van con vidrios oscuros que funciona como un motel móvil”.
Pero eso no es lo único, los visitantes hacen riñas y escándalos, llegan con sus motos a invadir los parqueaderos, consumen drogas y licor dejan botellas y condones tirados en las aceras, además dañan los jardines.
Los bares de la zona no ayudan mucho, todos los días abren hasta las 12 de la noche y ponen música a todo volumen, traen músicos que tocan tambores y maracas, los que más se quejan son los vecinos del bulevar, donde se concentran las personas que usan las áreas comunes como sitios de rumba.
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Afirman que ni en sus propias casas pueden estar tranquilos, porque la bulla es desesperante todos los días, pero en especial, los jueves y viernes algunos bares traen música en vivo y la ponen a todo taco, es tan fuerte que retumba en sus ventanales. Pero eso no es todo, van a tocar con tambores, aparecen circos, hacen malabares, reiteran que no están en contra de la cultura, pero es una zona residencial, no es un espacio adecuado para ese tipo de manifestaciones y mucho menos los horarios.
Mónica Salazar una de esas residentes, igual que otras 200 personas que viven en los edificios que rodean el bulevar, no aguanta el ruido ni la zozobra que le causa no poder apropiarse de su barrio, dice “Hace muchos años que no podemos ver televisión, leer ni dormir, tampoco ir a caminar o relajarnos en nuestro propio territorio”.
Para muchos el fondo del problema inició en la Administración Sergio Fajardo (2004-2007), cuando él decidió convertir el pasaje peatonal de las unidades residenciales en un bulevar, una ‘sala’ para jóvenes y eventos culturales.
Los residentes de la zona cuentan que desde el 2009, los eventos que se realizan en la zona trajeron un público que se dedicó a usar la ilegalidad en el barrio, afectando su imagen y el bienestar de sus residentes.
“A partir de ahí, artistas entidades privadas y públicas se apoderaron del barrio y empezaron muchos eventos sin el aval de los residentes”, dicen los afectados, pues llevan cinco años protestando por esta problemática, pero en vez de tener una solución, la crisis creció sin ningún control y según las denuncias recibidas, el secretario de Seguridad, Sergio Vargas, afirmó que en conjunto con otras autoridades diseñó un plan de seguridad para recuperar el tradicional lugar, para ello exigen a las autoridades que aumenten el pie de fuerza y saquen el micrográfico que se asentó en la zona.
Se reúnen con los afectados para hablar sobre las denuncias y la responsabilidad de la autoridades competentes, que basados en la información de los residentes, la policía adelanta investigaciones para dar con los expendios de droga, también promete hacer controles para disminuir el mal comportamiento de algunos jóvenes que frecuentan el lugar, por lo que duplicaron el número de uniformados de 6 a 12 y que la vigilancia fuera las 24 horas.
Los habitantes llenaron el bulevar de carteles en los que les piden a los visitantes que no hagan desórdenes, dejen dormir y que cuiden el lugar, con lo que pretenden que el barrio recupere su bohemia y tranquilidad. “El Carlos E Restrepo ya no es cultural, es inseguro, ojalá eso cambie para quedarnos”, dicen los residentes; pues tristemente el barrio Carlos E. Restrepo ya no es conocido por guías turística, ya que la alcaldía de Medellín la encargada de promocionarlas no está totalmente familiarizada con el lugar como anteriormente por cada uno de los conflictos que han ocurrido con los visitantes del lugar y con la junta de acción comunal de la unidad residencial y temen que algún visitante extranjero sea víctima de algún tipo de agravio.