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Carlos E. Restrepo  se aviva con lo cotidiano, con quienes lo frecuentan y con quienes lo habitan, con los encuentros planeados y con los casuales.

 

Las mezclas hacen parte de lo cotidiano de Carlos E.; de día tiene una vida de barrio, lo que cambia en el transcurso del día, cuando va cayendo la noche. Se convierte en un punto de encuentro, dando paso a los primeros murmullos de los que llegan para quedarse, acompañados de olores a cerveza, chuzo y el punto de perros en la esquina.

 

En solo un cuadra, las gente puede escoger  el cine o tomarse los aguardientes en la tienda de Don miguel, no importa el día de la semana que sea, allá se encuentran estudiantes y profesores de distintas universidades como la Nacional, Luis Amigó, de Antioquia, de la Medellín, entre otras; aparecen poetas, mujeres, señores y claro, los residentes, que comparten muchos de los perfiles visitantes. Todo se vale: sentarse en las aceras, buscar mesa en uno de los cafés, recostarse en las mangas o muros. Las tiendas se perparan para la oleada de atención a los contrastantes clientes, a lo que ofrecen desde lo tradicional, como jugos y gaseosas, hasta vino chileno o la caja de cerveza en vaso desechable para poder andar por ahí.

 

 

Una breve reseña extraída de los capítulos, que a grandes rasgos, construye la identidad y personalidad del barrio Carlos E. Restrepo.

Análisis

La combinación de lo residencial con el privilegio de tener a unos cuantos pasos la Biblioteca Pública Piloto y la facultad de artes de la universidad de Antioquia, han sido  parte del significado que ha adquirido el sector para el resto de la ciudad, pues en el día son una lugar de estudio, formación, residencia y sana convivencia es lo esperado e ideal para quienes viven allí, pero a través de los años este lugar refleja cambios negativos para sus habitantes pues no les gusta el comportamiento y el uso que se le está dando al espacio por parte de sus visitantes.

 

El uso de la biblioteca ha disminuido a medida que pasa el tiempo debido al internet, afirman muchas de las personas que trabajan en el lugar. La comunidad considera que la funeraria enterró gran parte de los sueños de cambio en pro de la comunidad, el uso de la plazoleta no se da con tanta frecuencia para muestra culturales, como sucedía en épocas no lejanas, lo que ha dado pie para usos más liberales y controversiales, que para los visitantes son comportamientos sin corazón, sin sentido estético, ecológico, ni ciudadano, obras que borran la historia de una ciudad, de la gente que predecesores. Bien difiere la opinión visitante que lo considera un espacio de expresión, convivencia, tolerancia y esparcimiento.

 

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